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"Soy una mujer a la que le gusta ver la vida desde todos los puntos de vista posibles. Pienso que para vivir hay que pensar y sentir para evolucionar. Este blog refleja mi sentir, mi pensar y mi actuar, que en la mayoría de los casos, nunca están de acuerdo". Alex River

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sábado, 18 de diciembre de 2010

Muerte mi esposa y soledad mi amante.


Me pregunto que le pasaría a Dios por la cabeza cuando nos creó. El no necesitaría compañía, pero nos hizo a imagen y semejanza. ¿Entonces, por qué somos imperfectos, por qué nos obligaron a vivir?

Ninguno elige nacer ni morir. Estoy de acuerdo que eso es un paso hacia la existencia hacia la nada (bella palabra). Todos somos hipócritas, fingiendo alegría y amistad para un beneficio particular aunque simule ser para un bien común. Pero Dios no es mentiroso, ¿que pasó para que nosotros si lo seamos?

Todos opinan que la vida es el mejor regalo que tenemos pero no se acordaron de la muerte al momento de elegir. Ella, misteriosa y elegante es nuestra herencia.

¡Esta vida no es nada!¡Estamos solos, abandonados, obligados a estar acompañados!
Angustia, desesperación y sufrimiento.  La muerte nos libera y por eso intentamos emularla. La vida solo nos observa mientras su letal manto nos acobija, pero la muerte está presente desde nuestro nacimiento, siendo la única que nos acompaña y sabemos que no hay modo en que nos abandone.

Ellla, inacabada y perfecta, nos llama,-me llama- y presurosa acudo a sus brazos. Muerte, ¡Oh dulce muerte!, acógeme sin tomarme aún, soy tu discípula y agradezco a Dios por permitirte su existencia.

Sin embargo, a quién más amo es a su hermana, Soledad. Nacemos y morimos solos, aunque ella esté presente. Somos una manada y creemos que hemos la hemos desterrado. Nos obligaron a estar acompañados pero nadie elige con quién quiere estar, son las meras circunstancias.

Soledad me acoge y me fundo con ella. Me procrea, me revitaliza y me siento acompañada aunque ella esté presente. Dios, entonces comprendo, estoy abandonada por todos mis congéneres, pero me has regalado a dos, la soledad  y a la muerte y con gusto las recibiré.

Alex River
29/02/04