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"Soy una mujer a la que le gusta ver la vida desde todos los puntos de vista posibles. Pienso que para vivir hay que pensar y sentir para evolucionar. Este blog refleja mi sentir, mi pensar y mi actuar, que en la mayoría de los casos, nunca están de acuerdo". Alex River

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lunes, 29 de agosto de 2011

MIRADAS


   Buscaba en cada mirada ajena 
la de un alma enamorada
que corresponde a la mía
como si fuéramos una sola.

Hasta que un día, creí ver en un espejo mi propia alma
¡que equivocada estaba!
veía en tu mirada, reflejo de la mía
que también buscaba el amor anhelado.

Que hermosos ojos verdes, que estremecen el vacío en mi interior
duele el que no sepas que tu búsqueda ha terminado
y soy yo ella la que cada noche guía tus sueños.

Yo amé antes también, porque creí
ver un reflejo tuyo en los ojos del otro.
Hasta  que abrí los ojos y te recordé
de tiempos inmemoriales.

Ese amor único y eterno, 
que recorre siglos enteros
con sufrimientos y alegrías
para probarnos el amor verdadero...
y lo más importante: volvernos uno solo con el tiempo.



De Alex River


La soledad, la muerte y otras madres (autor invitado).


A ti, dedico la arquitectura de estos versos...

Ss Molken




Te alabo tanto, si supieras el gozo que siento al disfrutar contigo
El tiempo se hace oro en mi soledad,
Tan solo el camino que conduce de la sociedad a mi casa me hace amo de mis silencios,
Y el viento sopla lento, y la eternidad me llama en cada segundo...

Acudir a tu sombra, oh soledad, es acudir a la sombra del árbol del conocimiento, y recibir gloriosamente las hojas que caen sobre el embudo mental de mí ser.

Puente que conecta lo que no soy con lo que soy, a la luz con mi oscuridad y la felicidad con mis tristezas. Sol-edad, virtud natal del sol, virtud de edad solar.

En esos ratos de silencio soleado, el vientre de la soledad es fecundado por luz. Nacen palabras y armoniosas melodías, versos impensados.

Madre soledad, me das el aire para respirar en las profundidades de mi alma, en los rincones del universo.

Otras madres han dado lugar a mis formas. El sol y la tierra se han unido para dar lugar a mi realidad física. Los demonios de hombre y mujer se han unido en un ritual de muerte para permitir los deseos del sol y la tierra. El precio de ver el mundo es la muerte lenta de Adán y Eva. La pesada carga material, el dolor de la existencia, escapa en un sollozo ahogado por las paredes de un hospital y el delantal azul de un medico encarcelado en tratar de evitar las leyes naturales, agonizante al querer entregar perlas a los cerdos.

La no existencia, nada me pertenece, me es prestado el sol y me es prestada la luna, las piezas se unen pero deben formar otros rompecabezas.

A ti, soledad debo la luz de mi sendero, a mi padre y a mi madre la muerte y a mi Padre y a mi Madre, la vida.


jueves, 18 de agosto de 2011

El portal del dulce vino (autor invitado).


Al finalizar sus labores mundanas se dirigió a su lecho, el portal que cada noche atravesaba para ir a su hogar. Sus labores diarias construían una enorme y bonita casa, la cual se debía asear constantemente. Su vida comenzaba cada noche, el día era su sueño. Absorto en el silencio encontraba el sésamo del templo.

Una noche caminando sobre arenas desérticas, fue interceptado por un extraño de capa purpura, patas de cabra y ojos amarillos. Su mirada no se desvió hasta que volvió a su lecho.

La siguiente noche, el vino no tardo en extasiarle, cruzando cuatro templos en la montaña de Shad, fue emboscado por varios de sus demonios. Luchando con el primero y le arrebató de sus manos, las garras doradas. Su fuerza aplastó a dos más, y uno de ellos logró escapar.

Pasaron algunas noches y una de las más terribles batallas era planeada. Cientos de ellos comenzaron a perseguirle, parecía no haber escapatoria. Tras cruzar varias calles y desgarrar ferozmente las entrañas de sus enemigos, aún continuaban apareciendo más de ellos. Su tenacidad le otorgó la victoria, los caminos sin salida fueron abiertos.

Los rayos del sol anunciaron el amanecer y otro día en el mundo comenzó. Su camino era la guerra misma, sus triunfos los escalones de su montaña y el sol su estrella. Día a día la luna se acercó al sol, hasta que fue devorada.


Ss. Molken