Después de dos relaciones largas, una super estable y la otra no tanto, he llegado a la conclusión de que el amor no depende del tiempo, sino de la intensidad de los sentimientos y del compromiso engendrado entre los dos. Ahora que he vuelto a sentir no se cómo comportarme frente a tantos sentimientos inesperados y más que el miedo que me ataba ya no existe. Quiero creer que soy libre para amar, aunque entendí que no existieron las ataduras que mi mente creó para evitar el dolor de perder al ser amado. En este punto ya no tengo ese temor atávico, simplemente mi instinto de conservación está en equilibrio con el deseo de vivir. De vivir de ilusiones verdaderas y de realidades mágicas. No me importa volver a fracasar, lo importante es arriesgarse a estar vivo, y a nunca volver a sentir el vacío existencial.
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