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"Soy una mujer a la que le gusta ver la vida desde todos los puntos de vista posibles. Pienso que para vivir hay que pensar y sentir para evolucionar. Este blog refleja mi sentir, mi pensar y mi actuar, que en la mayoría de los casos, nunca están de acuerdo". Alex River

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domingo, 22 de mayo de 2016

Cuento: La Muerte Enamorada






LA MUERTE ENAMORADA.


Por Alex River.



"La muerte se ha cansado de su trabajo y desea volver a sentir las emociones que a duras penas recuerda de cuando era humano. Decidido a entender el porqué la mitad del mundo se aferra a la vida y la otra mitad desea con tantas ansias su llegada... encarna en el mundo, sin imaginarse que iba a encontrar el amor en una persona que pronto moriría. Por obras del destino, debe cumplir su trabajo y ser quién guíe esa alma al otro lado. Se enfrenta a sí mismo, ¿su deber o corazón?”





La incertidumbre


Llevo años sin entender el porqué me rehúyen. Veo en sus dibujos, en sus obras y televisión imágenes de algo aterrador, no lo que verdaderamente soy. Soy la muerte, uno de tantos. Nuestro trabajo es guiar las almas de los muertos al otro lado, aunque por una razón que desconozco, nosotros no podemos cruzar a la felicidad. La llamo así porque muchas de las almas de las que he guiado se alegran al momento de cruzar y por eso no entiendo el porque los seres humanos le tienen tanto miedo a nuestra llegada. Deberían temer por sus acciones en su vida terrenal, porque nada se escapa a los ojos de Dios, aunque todos al final alcancen la redención… así tengan que regresar una y otra vez por lecciones que no han podido aprender o no han querido. Fui humano también, hace tantos siglos ya que ni recuerdo mi nombre ni mi sexo; al morir, en vez de ser guiado por un reaper, reemplacé al que me buscó, viéndolo caer en un sueño eterno. Al comienzo, trataba de tener compasión con los moribundos y luego ya sólo hacía mi trabajo, dejé de sentir emoción alguna. Yo sólo existo en el momento en que me necesitan, sea una enfermedad, tragedia natural o un crimen y a veces es tanta la violencia que más de un reaper ha sido convocado para llevar almas.

Yo conozco otros como yo y los he visto irse y a otros más antiguos tomar su trabajo sin la necesidad de cuestionarse el porqué. Creo que cuando vivía, también era inconforme con lo que tenía y creo que en esa época sí tenía emociones. Ahora no es que no las tenga, sólo que no las puedo llevar conmigo al presentarme ante las almas moribundas. Madres que claman tiempo para ver crecer a sus hijos, hombres que ante la guerra caen sin siquiera conocer su descendencia… he sido testigo de traiciones a lo largo de mis siglos de existencia, no obstante también conocí sacrificios de amor tan grandes, que me han hecho preguntarme si alguna vez amé así.

Uno de esos trabajos fue un hombre que se sacrificó para salvar a su hija de morir. Yo sólo sabía de un alma, eran dos los humanos presentes. Traté de observar impávido los acontecimientos que requirieron mi presencia. La niña se resbaló por un abismo y su padre logró detener su caída un instante, para luego aterrarse al saber que ambos caerían, así que al hacerlo, decidió darle a su hija la oportunidad de vivir y fue su cuerpo quién recibió todo el impacto. Yo lo recibí asegurándole que su hija estaba viva y extrañamente no me pidió más tiempo como hacen casi todos los mortales. Antes de irse a la luz, me aseguró que dejaba a su hija en buenas manos, y cuando volvió a mi esa vieja emoción humana de ser curioso y le pregunté a quién se refería, alcancé a escuchar: “contigo”.


El recuerdo


Me crié con mis abuelos paternos, mi madre murió cuando nací y mi papá… murió cuando yo tenía diez años en un accidente. El se sacrificó por mí. Cuando llegaron los rescatistas por nosotros, ya no había nada que hacer por él, yo estaba en shock, solo decía incoherencias, que mi papá se había ido con un hombre de capa blanca por un camino de luz. Siempre recuerdo eso, y lo más extraño es que en los aniversarios del accidente, antes de despertar cada mañana, lo veo a mi lado, velando mi sueño. Mi papá que siempre me visita en sueños, me ha dicho que no le tenga miedo, que pronto yo conocería mi destino. Aunque no tengo la necesidad de que mi papá me diga eso, ya que desde hace un par de meses se que tengo leucemia y que pronto moriré, por esa razón no me asusto al ver a quién creo la muerte al lado de mi cama. Lo único que me entristece es que jamás me enamoré y ahora no deseo hacerlo. Dejar un corazón partido tras mi muerte no me hace ilusión, aunque deseo no estar sola en mi lucha. Quisiera tan solo un abrazo cada noche, en especial a los 15 años de que mi padre se fue para siempre. Mis abuelos desde hace años le acompañan y me encuentro sola. Un abrazo, un beso… así sea de aquella sombra que cada año me acompaña en el luto por mi padre.



La encarnación.


Esa niña siempre me causó curiosidad, porque no solo fue capaz de ver a su padre irse al otro lado, sino que fue capaz de verme ese día y en cada ocasión en que me le presento. No se cada cuanto lo hago, para mi no existe el tiempo, pero lo que ella supone es que es cada año. Quizás el dolor al acercarse el día me llama de manera inconsciente y por eso velo el sueño de ella. Es el único ser vivo que sabe de mi existencia, generándome un extraño sentimiento de bienestar. Ella llora, por lo que veo, su llama de vida se extingue y le quedan pocas oportunidades de luchar, aunque como reaper solo se con certeza la muerte de las almas casi en el instante en que se cumple. Quisiera consolarla… ese sentimiento hace que cada día tome más forma, hasta que dejo de escuchar los lamentos de los condenados y tomo forma humana. Cada día estoy más cerca de llegar a ella y solo espero hacerlo antes que deba hacerlo como reaper.

La veo una última vez como sombra, ya que cuando salga el sol, seré tan humano como ella.




Llega el amor.


Hoy lo vi de nuevo, pero parecía ya no un sueño, sino una persona real.

- ¿Te asusto?- fue su pregunta. Lo primero que le dije fue una mentira, le negué eso. Yo estaba aterrada, pensé que había muerto, Miré hacia mi cama esperando ver mi cuerpo pero estaba vacía. La sombra (o esa persona que está frente a mi y que se parece vagamente al de mis recuerdos se ríe).

– No estás muerta, sigues acá en la tierra y ahora estoy contigo.

-¿Quién eres?- Le pregunto aunque ya sospechaba su respuesta. No dice nada y solo me abraza.

-Esto es lo que pedías, no estar sola. Se que es estar solo, llevo siglos haciendo mi trabajo.

-¿Eres la muerte? ¿Vienes a llevarme? ¿Te llevaste a mi papá?-

-Elizabeth, siempre fuiste curiosa. Soy muerte, soy un reaper. Mi deber es acompañar a las almas en su camino hacia la luz para que no se pierdan. Acompañé a tu padre y ahora solo deseo acompañarte en la vida.-

Miré entonces hacia él y cómo no sabía su nombre, no podía decirle reaper o muerte, era un ángel de la muerte… merecía respeto. 


-Te llamaré Ángel- y él solo sonrió.




Ángel.


Cuando encarné, no pensé en enamorarme, fue algo tan natural que me no me di cuenta de cuándo sucedió. Elizabeth me hacía muchas preguntas acerca de lo que había visto a lo largo de mi vida. Era fanática de la historia y yo procuraba complacerla. Llegué tratando de entender las emociones olvidadas en mi corazón, encontrando antes que al lado de ella, yo estaba más vivo que nunca. Llegó a mi entonces ese miedo que no comprendía en los mortales, el miedo a separarme de ella para siempre, a causa de su enfermedad, que cada día estaba más avanzada. Tenía miedo de ser yo el elegido para llevarla al otro mundo, pero al mismo tiempo sentía repulsión de que fuera otro y así no poder consolarla en el trayecto hacia la luz. Incertidumbre al saber que yo no podía cruzar con ella al otro lado. No quería que pasara lo inevitable, solo que ahora era cuestión de tiempo y el reloj de arena cada vez me decía la verdad. Se que llegó a amarme, me lo decían sus ojos, sus besos, sus caricias de un alma enamorada…

"Eliza, no quiero que mueras", pensaba y ella al verme sabía de mi aflicción.


Amor, no seas así, llevas siglos haciendo tu trabajo y te estoy agradecida porque no moriré sola, además has cumplido mi sueño: enamorarme… en estos pocos meses a tu lado aprendí tantas cosas de mi, de la vida, del amor y de la muerte…-


-¡Eliza! Aunque sea una sombra de la muerte, ahora soy humano y siento mi dolor también, antes amé pero no recuerdo, y ahora en esta vida inmortal, tu recuerdo hará que mi existencia tenga más color, te amo Elizabeth y desde que te vi por primera vez cuando tenías 10 años, nació en mí la necesidad de quererte. Llegué a ser reaper, o como tu me dices, la sombra de la muerte, para acercarme a ti, ya que eras mi destino.-





La Certeza


Ángel me dijo que yo era su destino, así pronto me fuera al otro lado. Recordé las palabras de mi padre. Así le conté a mi amado. Se rió cuando recordó que mi papá lo dejaba en mis manos. Ya entendía. Ángel tenía la certeza de que los muertos al cruzar saben más cosas que los mismos reapers. Me pregunta si desea que me acompañe en el camino hacia la luz. Quisiera no hacerlo pero me convertiría en un espíritu errante y mi sombra jamás lo permitiría. Debo dejarlo.


- Eliza, es la hora-. Y yo me siento liberada de mi dolor, intento hacer un último chiste pero cae en saco roto.


-Ángel, debo ser la única persona que sabe que va a morir por su propia muerte, eres mi sombra de amor-. En todo el camino hacia la luz debo ser fuerte por él, lo veo llorar todo el camino. Nos besamos y no lo veo más en esta vida, porque en el momento de cruzar nos veo juntos en otra vida, como humanos ambos y se que pronto ocurrirá.



El descanso


Cumplí mi trabajo, mi Elizabeth ya ha cruzado, sin embargo me desvanezco y caigo en la nada, como mi predecesor. No sé qué pasará conmigo, aunque ahora se que mi Eliza es feliz… está con quienes ama.

Abro los ojos, estoy en lo que creo es un hospital, intento moverme, soy un bebé. Mis recuerdos van desvaneciéndose poco a poco y me queda el recuerdo los ojos y la risa de mi Eliza, y la veo, es otro bebé a mi lado y lo extraño es que me sonríe. Tiendo mis brazos hacia ella y aunque olvide mi vida anterior, se que el amor que sentí es inmortal, esta vida con ella es el regalo de vida y no la desaprovecharé. 


Fin.





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