Buscaba en cada mirada ajena
la de un alma enamorada
que corresponde a la mía
como si fuéramos una sola.
Hasta que un día, creí ver en un espejo mi propia alma
¡que equivocada estaba!
veía en tu mirada, reflejo de la mía
que también buscaba el amor anhelado.
Que hermosos ojos verdes, que estremecen el vacío en mi interior
duele el que no sepas que tu búsqueda ha terminado
y soy yo ella la que cada noche guía tus sueños.
Yo amé antes también, porque creí
ver un reflejo tuyo en los ojos del otro.
Hasta que abrí los ojos y te recordé
de tiempos inmemoriales.
Ese amor único y eterno,
que recorre siglos enteros
con sufrimientos y alegrías
para probarnos el amor verdadero...
y lo más importante: volvernos uno solo con el tiempo.
De Alex River
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